Citas
Extractos del Prólogo del Dr. Ira Byock en “Sobre la Muerte y los Moribundos”
[…] No sé si la intención de Kübler-Ross con “Sobre la muerte y los moribundos” era desencadenar un movimiento cultural para mejorar la atención al final de la vida y restaurar la enfermedad y la muerte al dominio apropiado de la vida personal de las personas. Pero, eso es lo que hizo. De hecho, la revista Life en ese momento se refería al libro como “Una lección profunda para los vivos”. Exactamente.
Los temas atemporales propios de la experiencia humana de la enfermedad -sabiendo que la vida de uno terminará algún día – hacen que “Sobre la muerte y los moribundos” sea relevante para los lectores de hoy. Como médico, me sorprende lo lejos que hemos llegado y, sin embargo, lo lejos que aún tenemos que llegar para lograr una atención verdaderamente centrada en la persona. Eso me recuerda: escuchar y acercarnos a los pacientes que están gravemente enfermos con un espíritu de compañerismo y servicio, ya que están en un viaje que ninguno de nosotros elegiría, pero que todos debemos emprender eventualmente. Al releer como profesional “Sobre la muerte y los moribundos”, sentí una vez más su impacto a nivel personal, como una persona que también es hijo, hermano, esposo, padre y abuelo.
Las personas a quienes nos presentan en “Sobre la muerte y los moribundos” nos recuerdan nuestra propia mortalidad, pero también nos muestran que la forma en que las personas mueren no está predeterminada, y puede mejorar o empeorar según las elecciones que se hagan y la calidad de la atención que reciban. Vemos como la infinidad de maneras en que las personas son atendidas y mueren, también afecta a quienes las aman. Pasados tantos años desde su publicación, “Sobre la muerte y los moribundos” sigue siendo un llamado a escuchar a las personas que necesitan nuestra ayuda y a responder con todo el conocimiento y la habilidad que podamos aportar, siempre con humildad, compañerismo y compasión.
Durante la época socialmente tumultuosa de mediados del siglo XX, una psiquiatra suizo-estadounidense de contextura muy pequeña tuvo la temeridad de dar voz a las personas que se enfrentaban al “fin de la vida”. Elisabeth Kübler-Ross mostró un espejo a los estadounidenses, reflejando sus actitudes, suposiciones y comportamientos hacia las personas que viven con una enfermedad terminal. A la gente no le gustó lo que vio. A través de “Sobre la muerte y los moribundos”, Elisabeth Kübler-Ross agregó el tema de cómo morimos a la agenda de las revoluciones culturales que tienen lugar en los ámbitos del medio ambiente, los derechos sociales y la atención médica. Las cosas nunca seguirán siendo iguales. Y por eso mismo, todos estamos mejor”.
Ira Byock, M.D.
Profesor de medicina
Escuela de Medicina Geisel en Dartmouth
16 agosto 2013
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“¿Qué pasa con la medicina, seguirá siendo una profesión humanitaria y respetada, o una ciencia nueva despersonalizada que servirá para prolongar la vida más que para disminuir el sufrimiento humano?”
“Es casi inconcebible imaginar un verdadero final de nuestra vida aquí en la tierra. Y si nuestra vida tiene que acabar, se atribuye a alguna fuerza del Mal que viene de afuera. Como si no contempláramos morir por una causa natural o por vejez. La muerte viene asociada a un acto de maldad, algo aterrador que exige pena y castigo. El miedo a la muerte es universal, y no ha cambiado tanto… lo que sí cambia es nuestra manera de hacerle frente”.
“Hablamos de la muerte —tema objeto de represión social— de forma sincera y sin complicaciones, abriendo así la puerta a una gran variedad de discusiones, permitiendo la negación completa si parece necesaria o la charla abierta sobre los temores y las preocupaciones del paciente si éste lo prefiere así. El hecho de que nosotros no usemos la negación, de que estemos dispuestos a pronunciar las palabras “muerte” y “morir”, es quizás el mensaje mejor recibido por muchos de nuestros pacientes […] Hemos aprendido que para el paciente la muerte en sí misma no es el problema, sino que se teme por la sensación de desesperanza, inutilidad y aislamiento que la acompaña”.
“Tal vez el principal obstáculo que nos impide comprender la muerte es que nuestro inconsciente es incapaz de aceptar que nuestra existencia deba terminar”.
“En el interior de cada uno de nosotros hay una capacidad inimaginable para la bondad, para dar sin buscar recompensa, para escuchar sin hacer juicios, para amar sin condiciones”.
“Hay una voz interior, si estamos dispuestos a escucharla, que nos dice con toda certeza cuándo adentrarnos en lo desconocido”.
“Vive de tal forma que al mirar hacia atrás no lamentes haber desperdiciado la existencia. Vive de tal forma que no lamentes las cosas que has hecho ni desees haber actuado de otra manera. Vive con sinceridad y plenamente”.
“La medicina tiene sus límites, realidad que no se enseña en la facultad. Otra realidad que no se enseña es que un corazón compasivo puede sanar casi todo. Unos cuantos meses en el campo me convencieron de que ser buen médico no tiene nada que ver con anatomía, cirugía ni con recetar los medicamentos correctos. El mejor servicio que un médico puede prestar a un enfermo es ser una persona amable, atenta, cariñosa y sensible”.
“¿Cómo saben estos gansos cuándo es el momento de volar hacia el sol? ¿Quién les anuncia las estaciones? ¿Cómo sabemos los seres humanos cuándo es el momento de hacer otra cosa? ¿Cómo sabemos cuándo ponernos en marcha? Seguro que a nosotros nos ocurre igual que a las aves migratorias; hay una voz interior, si estamos dispuestos a escucharla, que nos dice con toda certeza cuándo adentrarnos en lo desconocido”.
“Pasados unos meses observé que muchos médicos evitaban rutinariamente referirse a cualquier cosa que tuviera que ver con la muerte. A los enfermos moribundos se los trataba tan mal como a mis pacientes psiquiátricos del hospital estatal. Se los rechazaba y maltrataba. Nadie era sincero con ellos. Si un enfermo de cáncer preguntaba “¿Me voy a morir?”, el médico le contestaba “¡Oh, no! No diga tonterías”.
Elisabeth Kübler-Ross, La Rueda de la Vida.
“Al águila le entusiasma sobrevolar el mundo desde las alturas, no a fin de contemplar con desprecio a la gente, sino para animarla a que mire hacia lo alto”.
“Somos culpables de haber destruido muchos dones de la naturaleza de haber perdido toda espiritualidad. Yo exagero un poco, pero seguramente no demasiado. El único modo de aportar un cambio para el advenimiento del tiempo nuevo, consiste en que la tierra comience a temblar a fin de conmovernos y tomar conciencia”.
Elisabeth Kübler-Ross – La Muerte un Amanecer –
“Las personas más bellas que hemos conocido son las que han conocido la derrota, el sufrimiento, la lucha, las pérdidas y que han encontrado la salida de esas profundidades. Estas personas tienen un aprecio, una sensibilidad y una comprensión de la vida que las llena de compasión, generosidad y un verdadero cuidado amoroso. Las personas no son bellas porque sí ”.
Elisabeth Kübler Ross – The final stages of growth, 1975